lunes, 4 de febrero de 2013

Sanidad: hundido



 -Buenas tardes. Tenemos que hablar.
-¿Sobre?
-Ana Mato
-No va a dimitir. No le des más vueltas.
-Ya. Allá ella. Allá Rajoy. Pero voy más allá. Es el momento de pedir la dimisión del Ministerio de Sanidad.
-Los entes no dimiten.
-Ese es el problema. Por eso hay miles de entes absurdos casi con vida propia en la España de la burocracia.
-A ver, explícate.
-El Ministerio de Sanidad no sirve para nada. Bastaría con una secretaría general de Sanidad y Asuntos Sociales: un despacho. Con eso se cubren las funciones realmente encomendadas a la Administración central en un ámbito descentralizado cuyas competencias están en manos de todas las consejerías autonómicas.
-No me parece mal.
-Ahora que los sanitarios están en pie de guerra por los recortes a bisturí abierto, es el momento de un gesto. Y el gesto, no te equivoques, es ése: cerrar el mamotreto estalinista del Paseo del Prado, y el edificio de Igualdad de la calle Alcalá. Si haces cuentas, te ahorras una pasta.
-¿Estas seguro?
-El Sistema Nacional de Salud ya no existe. Lo poco que coordina, lo coordina el Consejo Interterritorial. Ese órgano… Con eso te lo digo todo.
-Pero también hay criterios únicos en temas de farmacia, de salud pública, de especialidades…
-Y por eso llevamos años dándole vueltas a los mismos temas. Ya verás que cuando todo un ministerio se reduzca a un despacho, entonces se pondrán las pilas.
-Imagínate que sale hasta el decreto ese de troncalidad…

viernes, 1 de febrero de 2013

Partidos y mentiras



Los partidos políticos se basaban en ideas. En líderes, en doctrinas, obediencias y coherencias. Una causa. Muchos implicados. Pero eso era antes de la globalización.
Desde que los partidos han relegado las ideas a lo anecdótico y han abierto sus filas a las gamas del más amplio espectro de relativismos, ahora se sustentan en otros pilares. En los que aglutina el tesorero. No nos pongamos románticos. Ya nadie trabaja por amor al arte. Pero una cosa es cobrar, y otra, sobrecobrar.
Los partidos políticos se sustentan en una gran mentira consentida por todos (ellos). Todos (ellos) tienen su caja B. Sus contraprestaciones. Sus sueldos oficiales, y sus sueldos reales. Es lo mismo que le pasa al presidente del Gobierno. En los papeles cobra equis, pero todos sabemos que al final, en su cuenta corriente entran dos equis, por lo menos.
Es fácil decir: los papeles de Bárcenas dicen la verdad. Así actuamos en los partidos. También en el de ese Rubalcaba con cara de "hay-que-ver-lo-que-están-haciendo-estos-señores-con-la-política". No te cree nadie. Pero mientras haya una doble moral asentada en una mentira políticamente correcta, entonces será difícil decir la verdad. Y en esa incertidumbre de los hipócritas persiste la penitencia.

jueves, 31 de enero de 2013

España no es Urdanga


España. Titulares desoladores. La cuesta de enero más difícil para los que leen periódicos, ven la tele o tuitean compulsivamente. La corrupción se convierte en gripe estacional. Intuimos que es una patología crónica, pero ahora los medios, o tienen más soplones, o por fin se han decidido a dejar los teléfonos y pisar la calle. Demasiado afán de lucro.
Bárcenas. Barro en las escaleras de Génova.
Urdangarín.
Eufemianos sin eufemismos.
Sobres. Sobresueldos. Sobreimpresionados. Sobremanera. Sobres. Sobran.
El primero que demuestre demasiado afán de honradez que tire la primera piedra.
Y España murió lapidada. Pero de estas muertes injustas nos levantamos nosotros con un buen partido de la selección.
Las glorias del balonmano se nos quedan cortas para tamaña indigestión...
España no es Uganda. Ni Urdanga.

jueves, 24 de enero de 2013

Amy, cariño



 Caso Amy Martin, desvelado por El Mundo. La segunda personalidad de un coleguita de la Fundación Ideas escribe artículos a 3.000 euros la gracia. La rubia de bote más falsa que Judas se lo lleva crudo. En concreto, se mete pa' adentro lo que muchos periodistas con familia no ganan ni con premios en dos meses.

Amy Martin representa bien el modelo de periodismo virtual made in Spain. Ese periodismo de prime time que es el que triunfa en un país sensacionalista. En el gremio, atestado de candidatos gracias a la superpoblación de facultades de Comunicación, brillan los que brillan, gracias al lustre de la inmensa mayoría que permanece siempre a pie de obra.

Amy Martin es la presidenta del Club de Periodistas de Relumbrón. De los de tarjeta de crédito, comidas, contactos con el mundo de la banca, tejemanejes con el sector político… De los que predican sobre la ética del periodismo y, en muchos casos, maltratan sistemáticamente a los que tienen más cerca. De los activistas que no tienen tiempo para la reflexión. De los que miden los éxitos a escala de sus índices de fama. Amy Martin es de las que pisa cuellos a precio de oro. De las que tiene cierta áurea exterior y es repudiada en la intimidad por los que la conocen demasiado de cerca.

En el día de San Francisco de Sales (sales=rebajas), el día del patrón de los periodistas, aprovechamos para poner velas a San Judas Tadeo, referente de las causas perdidas. Y poner velas y esperar el milagro es un acto de fe, de esperanza y de caridad. Porque, a pesar de que Amy Martin es el reflejo de un pufo, hay muchos Carlos Segovia con ganas de conquistar la verdad rebuscando en el baúl de lo políticamente vedado.

Amy, cariño, no sabes la alegría que me da verte de nuevo… Sobre todo en este día en el que los mismos periódicos cuentan sus desgracias en forma de Encuesta de Población Activa...

viernes, 18 de enero de 2013

Gobiernos de juguete


 Dicen que gobernar es tomar decisiones. Acertadas, se supone. Requiere conocer los temas, conocer a la gente, elegir a los mejores, dar consejos, dejar libertad, confiar en las personas, proponer, seguir las decisiones, hacer que se cumplan, evaluar las consecuencias, evitar malinterpretaciones, dar la cara y exigir responsabilidades.

La dañina política partidista ha hecho que gobernar en España sea ganar una batalla, tener la voz cantante, llevarse el gato al agua, poder pisar más fuerte, elegir a los amigos, salir ganando, apostatar de las decisiones técnicas, buscar las palabras más sonoras, sonreír a la cámara, interpretar la hipocresía, coleguear en los despachos, revolver los tres poderes, prostituir a los medios, esconder las verdades, silenciar la incompetencia, imponer ideologías, desandar lo andado y, encima, no exigir más responsabilidades que las que pida la Justicia.

Un gobierno que no es capar de castigar con una dureza ejemplar a sus propios corruptos es un gobierno con miedo. Y un gobierno con miedo es tan nocivo como un gobierno de tontos. Dos gobiernos españoles nocivos a la vez hunden a cualquiera.

martes, 15 de enero de 2013

Caza y talento


 

Esperanza Aguirre da el salto a la privada. Quizás sea aprovecharse. Quizás sea honestidad: para lo que voy a ir a Turismo a costa del erario público, me busco una salida gratis-total  para los contribuyentes, ahogados, en muchos casos, hasta el extremo de tener que pagar más que nadie por los gelocatiles madrileños.

Quizás sea un movimiento de Kasparov para seguir esa estela de distanciamiento con el PP de Madrid. Y con el PP, en general. Desde luego, salir en la misma foto que Ignacio González sólo puede traerle ya quebraderos de cabeza.

Ignacio González tiene nombre de chico de club de hípica. Pero hay demasiados hastag que le colocan a los pies de los caballos. Twitter cree –así, yendo a bulto- que tiene cara de culpable. El pajarito considera que no es trigo limpio. El ático. Las escuchas. Los espías. Gallardón. La sanidad patas arriba. Güemes. El euro por la cara. Turbio.

Aguirre no se ha ido de cazatalentos así porque así. Es muy posible que su éxodo a la privada sea una huida hacia adelante de su fracasado relevo público. Su delfín. Su conato de tumba. Ella tiene talento. Es evidente. Pero él y las raspas del PP de Madrid –así, yendo al bulto injusto de la generalización- son más de caza. De disparar a quien se mete donde no le llaman.

jueves, 10 de enero de 2013

Bye



En España no dimite el que debe, sino el que quieren. El que quieren las mayorías parlamentarias, entendidas como arrejuntamiento de intereses partidistas conjugados de aquí y de allá. Porque en los arrejuntamientos siempre se entienden todos.

Dimitir en España es fruto del parto de la decisión de la “oposición en bloque”. Entendiendo a la “oposición en bloque” como la que se escandaliza sólo cuando le interesa en bloque. A ella. A cada partido. A unas siglas oxidadas.

En España no se dimite cuando hay un error de bulto. Es tradición histórica de nuestra democracia moderna. Los errores de bulto salen en la prensa –o salían, cuando el periodismo de investigación iba más allá de la cámara oculta en los dormitorios ajenos- y, como mucho, hunden la moral. La moral del pueblo, que no tiene más remedio que votar a corruptos en listas cerradas y consentidas. O no. La democracia de la nariz tapada crece.

Es un lugar común decir que dimitir es, en España, un verbo pasivo olvidado en el diccionario de los irresponsables. Que es un verbo marginado en el plan de vida de los que tiran la piedra, se llevan la pasta, vacían las arcas y esconden la mano. Tan lugar común como el Quijote. Y tan cierto, como Cervantes.

Dimitir es un verbo muy de toreo de salón. Por eso en este país de instituciones elefantiásicas sólo dimite un Cervera o un Pimentel de vez en cuando. El resto no son dimisiones. Son extorsiones a vida o muerte.

Y lo de Durán es eso: que querer ser la sal de todos los platos y llevarse todo a precio de saldo para Cataluña, para CiU y para sus estancias en el Palace sienta mal, incluso a una oposición en bloque adormecida por su propia levedad. Pero no pasará nada.

En España pedimos más responsabilidades a un entrenador del Madrid.